Todos los meses, le doy a mi nuera $3,600 pesos mexicanos de pensiones para ir al mercado, pero un día pedí una carne un poco grasosa, a la mañana siguiente mi nuera fue al mercado a comprar anguila para cocinar…
Cada mes, le doy a mi nuera $3,600
Todos los meses, le doy a mi nuera $3,600 pesos mexicanos de pensiones para ir al mercado, pero un día pedí una carne un poco grasosa, a la mañana siguiente mi nuera fue al mercado a comprar anguila para cocinar…
de pensión para ir al mercado a cocinar. Pensé, soy viejo, solo quiero tener una comida decente con mis hijos y nietos. Sin embargo, el otro día, cuando estaba comiendo arroz, vi que la carne estaba un poco grasosa, así que solté una sugerencia:
– “La próxima vez que compre un poco más de carne magra, es difícil tragar así”.
Pensé que era solo un recordatorio amable, pero no esperaba que mi nuera apartara la cara, sin decir que no. A la mañana siguiente, fue al mercado a comprar un manojo de anguilas para cocinar sopa. Miré el plato de sopa de pescado ahumado pero no pude sostener los palillos, ahogándome todo el cuello.
Estaba tan frustrado que pensé: “La cría de abejas se ha ido. Era ingrato y estaba enojado como un niño”. Así que decidí no dar más el dinero, para ver cómo se las arreglaba.
Pero exactamente 3 días después, mi hijo de repente me llamó a la sala de estar. Se sentó solemnemente, junto a su nuera que se resistía, sus ojos brillaban con una mirada triunfante. Mi hijo me miró y su voz pareció ordenar:
– “De ahora en adelante, ya no necesito dar dinero a mi esposa e hijos. Pero mi madre tampoco necesita cocinar, dar sugerencias o interferir en el mercado de martillos de la casa. Mamá solo come, y el resto nos ignora. Ah… Y una cosa más: mamá, no esperes quedarte con el dinero de tu jubilación, qué hacer en el futuro. Creo que es mejor que mi madre se lo dé a mi esposa para que me lo guarde, menos … No es bueno gastando”.
Estaba estupefacto, me zumbaban los oídos, no podía creer que el hijo que había criado durante décadas pronunciara esas palabras. La nuera se sentó allí, sonriendo a medias, como si acabara de ganar un gran juego.
Mi pecho palpitaba, las lágrimas seguían fluyendo. En solo un momento, entendí que me había convertido en una carga en mi propia casa, y ese poco dinero … Es solo una razón para que muestren sus verdaderos rostros.