El padre gastó todos sus ahorros de jubilación, fruto de toda una vida de esfuerzo, para rescatar a su nuera de la quiebra. Todos pensaban que ella estaría agradecida y que lo cuidaría cuando estuviera en el hospital. Pero, para sorpresa de todos, el día en que él quedó postrado en cama, la nuera se acercó fríamente, cruzó los brazos y dijo con indiferencia:

El padre gastó todos sus ahorros de jubilación, fruto de toda una vida de esfuerzo, para rescatar a su nuera de la quiebra. Todos pensaban que ella estaría agradecida y que lo cuidaría cuando estuviera en el hospital. Pero, para sorpresa de todos, el día en que él quedó postrado en cama, la nuera se acercó fríamente, cruzó los brazos y dijo con indiferencia:

– “Ya me gasté todo el dinero, ahora no puedo cargar con nada más.”

La familia entera quedó paralizada. La madre sollozaba, el hermano mayor se puso rojo de rabia, y yo temblaba sin poder creer lo que oía. El padre permaneció en silencio, con la mirada profunda, y de repente levantó débilmente la mano, señalando hacia la esquina de la ventana.

Todos miramos con curiosidad y, al instante, quedamos horrorizados. Allí, un viejo cofre de hierro estaba entreabierto. Dentro había escrituras de propiedad cuidadosamente ordenadas y un montón de contratos de deuda con firmas y sellos rojos.

Resulta que… el padre ya lo había previsto todo en secreto. No solo entregó dinero, sino que además había puesto su nombre como garante de la enorme deuda de la nuera. Si ella no pagaba, la casa y las tierras heredadas también serían embargadas.

La familia entera, desesperada, se arrodilló suplicándole a la nuera que recapacitara. Pero ella, fría como el hielo, pronunció una frase que cayó como un rayo:

– “Ya he traspasado todo a otra persona. Ahora, aunque lloren, ya es demasiado tarde.”

Al escuchar esto, el padre se estremeció, la sangre brotó por la comisura de sus labios, y en sus ojos brilló una rabia incontenible. Entonces, con gran esfuerzo, murmuró entrecortadamente:

– “Todo esto… no fue casualidad… sino… una trampa…”

Sus palabras dejaron a toda la familia petrificada. Resultó que, detrás de la nuera, había un cerebro que movía los hilos – y ese alguien era precisamente la persona que nadie hubiera sospechado jamás…