Mis padres estaban ambos paralizados y postrados en la cama, y no había dinero para que yo pudiera ir a la universidad. Mi abuela me dijo que fuera en bicicleta a la casa de mi tío para pedirle prestado el dinero de la matrícula, pero antes de que pudiera terminar de hablar, él me echó directamente de su casa. Mi tía incluso añadió: “¿Acaso tu padre está muerto para que tengas que pedirle a tu tío? ¿Por qué no le dices a tu padre que se encargue?”
Cuando tenía 18 años, justo cuando recibí mi carta de admisión a la universidad, ocurrió un incidente. Ambos padres sufrieron un derrame cerebral y…