Niño hambriento toca la puerta de una mansión sin saber que el millonario lloraba por su hijo perdido. Lo que nunca imaginó es que ese niño era…
Niño hambriento llama a la puerta de una mansión sin saber que el millonario lloraba por la pérdida de su hijo Lo que no sabía era que ese niño era la lluvia caía sin ganas solo lo suficiente para enfriar el cuerpo y dejar todo sucio y más triste
Las calles de la ciudad estaban medio vacías porque era domingo en la tarde ya esa hora la mayoría de la gente o dormía o estaba viendo la tele rotos y los pies descalzos Miraba la reja sin moverse tenía los labios fiestas y la panza le hacía ruido
No había comido en dos días Se llamaba pantalones Beto aunque nadie se
lo había preguntado en mucho tiempo Se agarró la panza con una mano y se limpió los mocos con la manga Dudó unos segundos luego caminó derecho al portón No sabía bien por qué lo hacía Tal vez solo tenía hambre o tal vez algo en su estómago le decía que lo intentara Levantó la mano y tocó el timbre Sonó como un zumbido seco que hizo eco en su cabeza Esperó Nadie contestó Volvió a tocar esta vez un poco
más fuerte Adentro de la casa Ricardo estaba sentado en un sillón de piel con una botella de whisky medio vacía en la mesa Tenía el rostro apagado los ojos rojos y una foto en la mano
En esa foto estaba su hijo Emiliano con una sonrisa enorme mostrando los dientes chuecos y el cabello mojado después de haberse metido a la alberca Ricardo no había salido de esa sala en dos días Tenía una semana que Emiliano había muerto en el hospital después de meses de luchar contra una enfermedad que lo fue apagando de a
poquito La primera vez que sonó el timbre ni lo notó Cuando sonó de nuevo alzó la cabeza con molestia frunció el ceño se limpió la cara con las manos y caminó con flojera hacia el monitor de la entrada Vio a un niño delgado mojado con la ropa pegada al cuerpo por la lluvia Apretó un botón y habló ¿Quién eres el niño se quedó callado unos segundos Su voz salió bajita con miedo Tengo hambre Ricardo no dijo nada Soltó el botón Pensó encerrarle en la cara pero algo le picó el pecho Algo raro como una punzada Volvió a apretar el botón ¿Dónde están tus papás no tengo Ricardo susspiró fuerte
Ya
iba a apagar el monitor cuando sintió que el aire le pesaba El niño seguía parado ahí sin moverse Parecía un perro callejero uno que no está acostumbrado a que le hablen bonito Después de unos segundos que se sintieron larguísimos Ricardo presionó otro botón El portón se abrió El niño entró despacio viendo todo a su alrededor como si estuviera caminando en otro mundo El piso estaba limpio no había basura y las plantas olían bien Se acercó a la puerta principal que se abrió sola Ricardo lo esperaba con cara de pocos amigos Beto bajó la mirada y no dijo
nada ¿Qué quieres preguntar Ricardo sin dejar de mirarlo Solo un pan Lo que tenga dijo Beto sin alzar la vista Ricardo sintió algo en el estómago algo que no sabía si era enojo tristeza o las dos cosas Le hizo una seña para que entrara Beto caminó con cuidado casi de puntitas
Entrar a una casa tan grande le daba miedo El aire olía a madera a perfume caro ya algo más algo que no podía identificar Marcela estaba en la parte de arriba recargada en el barandal Había escuchado la conversación desde su recámara Su cara estaba pálida con las ojeras marcadas y los brazos delgados como
ramas Tenía meses luchando contra un cáncer que no la dejaba en paz y la noticia de la muerte de su hijo había sido como una patada en el pecho Cuando vio al niño desde las escaleras algo se movió dentro de ella El niño también la miró y por un momento ninguno de los dos se movió Era como si se estuvieran
reconociendo sin conocerse “¿Ya comiste hoy?” preguntó ella El niño negado con la cabeza “Ven te voy a dar algo” le dijo ella y empezó a caminar hacia la cocina Ricardo la quiso detener “Marcela está lloviendo Está solo y tiene hambre No seas así Ricardo.”
‘El hombre apretó la mandíbula pero no dijo nada Beto la siguió con pasos lentos La cocina era enorme blanca con todo en su lugar Marcela sacó pan leche un poco de jamón y empezó a armar un plato El niño no podía dejar de mirar la comida pero se quedó parado como si no se atreviera a
moverse “Siéntate” le dijo ella Peto se sentó en la orilla del banco y empezó a comer despacio como si pensara que en cualquier momento lo iban a correr Marcela lo miraba en silencio Ricardo también lo observaba pero con el corazón apretado
La forma en la que ese niño comía los movimientos la mirada todo le recordaba a Emiliano ¿Dónde duermes preguntó Ricardo de pronto ¿Dónde me agarre la noche a veces en los parques a veces en las bancas del metro Marcela respiró hondo Y si te quedas esta noche aquí Ricardo la miró sorprendido No sabemos quién es ni qué
intenciones tiene
Es un niño Ricardo No es un ladrón es solo un niño Beto dejó de comer bajó la cabeza No quiero molestar solo tenía hambre Marcela se le acercó y le tocó el hombro No estás molestando Quédate hoy Mañana vemos qué pasa Beto la miró con los ojos brillosos Asintió despacito Esa noche por primera vez en mucho tiempo durmió en una cama con cobija con techo sin miedo Y aunque no lo sabía su vida estaba a punto de cambiar para siempre Ricardo se levantó temprano aunque no había dormido casi nada Pasó la noche dando vueltas en la cama pensando en ese niño que ahora estaba en
el cuarto de huéspedes en la planta baja Cada vez que cerraba los ojos se le venía a la mente Emiliano con su pijama de dinosaurios brincando en la cama pidiendo cereal corriendo por el jardín Todo eso ya no existía solo quedaba ese silencio horrible en la casa ese vacío que no se llenaba con nada ni con whisky ni con fotos ni con lágrimas
Fue a la cocina y se sirvió un café negro sin azúcar Se asomó al jardín Estaba preocupado el mismo clima que el día que enterraron a su hijo De pronto escuchó un ruido se giró y ahí estaba Beto parado en la entrada de la cocina con la
misma ropa del día anterior el cabello alborotado y los ojos todavía hinchados del sueño Ricardo lo miró sin decir nada El niño bajó la mirada como si estuviera esperando que lo corrieran pero no pasó nada Solo se escuchaba el café burbujeando en la cafetera y el tic tac del reloj de pared Al final Ricardo rompió el silencio ¿Dormiste gracias ¿Tienes hambre un poco Ricardo sacó pan y mermelada No era buen cocinero pero algo era algo Puso todo en la mesa y se sentó al otro lado Beto comió en silencio Cada tanto levantaba la vista
para ver si el hombre lo seguía mirando Y sí Ricardo lo miraba pero no con enojo Lo miraba como quien intenta entender algo Después de unos minutos el volvió silencio a hacerse pesado Ricardo tragó saliva y dijo “Mi hijo también tenía tu edad.” Nueve Beto paró de comer ¿Dónde está muerto hace una semana Ah lo siento Ricardo avanzando No dijo nada más Solo se quedó ahí mirando la mesa En su cabeza pasaban recuerdos como si fueran escenas de una película Emiliano en el columpio Emiliano riéndose con la boca
llena de helado
Emiliano con tubos en los brazos en el hospital diciéndole que ya no quería más agujas Marcela bajó las escaleras despacito Llevaba una bata gris y se notaba que apenas podía con su cuerpo Beto se paró al verla y quiso quitar los platos como si le diera pena que lo vieran comiendo Ella sonriendo un poco No te preocupes Termina de comer ¿Quieres café le preguntó Ricardo a su esposa No solo quería ver cómo seguía Se sentó en la mesa junto a ellos El ambiente se sentía raro como si todos estaban cargando algo muy pesado
Nadie decía nada pero se notaba que cada uno tenía sus propios fantasmas en la cabeza ¿Y tú cómo te llamas preguntó Marcela suavecito Beto Solo Beto Sí ¿Y tus papás no sé Nunca los conocí Ricardo y Marcela se miraron un segundo Ella bajó la mirada Se le notaba la en los ojos Le dieron ganas de abrazar a ese niño pero no lo hizo Aún no Después del desayuno Beto ayudó a recoger los platos No sabía dónde iba cada cosa pero lo intentaba Ricardo lo vio y no supo qué sentir tristeza Por un lado le dolía ver a ese niño en su casa como si nada Por otro
lado había algo en él que le recordaba tanto a Emiliano que hasta el corazón le temblaba Beto se pasó el resto de la mañana caminando por el jardín Tocaba las plantas veía los peces en la fuente y cada tanto se sentaba en una banca de piedra a ver el cielo Era como si su cuerpo estaba ahí pero su mente estaba lejos en otro lugar buscando algo que ya no tenía Adentro Marcela estaba acostada en el sofá Tenía una cobija sobre las piernas y una pastilla debajo de la lengua Respiraba lento con esfuerzo Ricardo se
sentó junto a ella y le acarició el cabello ¿Crees que hicimos bien en dejarlo quedarse no lo sé pero está solo igual que nosotros Ricardo no contestó solo se quedó ahí en silencio escuchando el tic del reloj y el sonido de la lluvia que regresó a caer despacito Por la tarde le ofrecieron a Beto una muda de ropa limpia era de Emiliano El niño dudó un poco pero al final aceptó Subió con Ricardo al cuarto donde estaba toda la ropa guardada Cuando abrió la puerta el olor a niño como volvió una cachetada Ahí estaban los juguetes la
cama pecado deshacer la lámpara con forma de cohete los libros de dinosaurios Beto no quiso entrar del todo Se quedó en la puerta mirando
Era su cuarto Sí Le gustaban los dinosaurios Mucho Beto destacando un poco A mí también Ricardo fue a un cajón Sacó una camiseta con un Treex verde y un pantalón corto Se los dio sin hablar Beto los abrazó como si fuera un regalo de Navidad Gracias Puedes cambiarte en el baño está al fondo del pasillo Beto se movió y se fue Ricardo se quedó un rato más en el cuartoró se dijo en la cama agar una pelota que estaba en el piso y la presionada
fuerte Cerró los ojos y por un momento juró escuchar la risa de su hijo Otra vez le dolía Le dolía mucho Esa noche Marcela volvió a tener fiebre Ricardo llamó al doctor que llegó rápido y le ajustó los medicamentos Beto se quedó en la sala sentado en silencio Escuchaba los pasos los murmullos la tensión en el ambiente No entendía mucho pero sí sabía lo que era ver a alguien enfermo En la calle había visto a muchos irse sin que nadie los ayudara Cuando todo se calmó Ricardo bajó y lo encontró despierto No ha
dormido No está bien Va a estar bien Beto no dijo nada solo avanzando Vete a dormir ya es tarde Buenas noches don Ricardo Ricardo dudó un segundo Solo dime Ricardo Está bien Buenas noches Ricardo Subió a su cuarto y se metió a la cama A pesar del cansancio no pudo dormir Esa casa estaba llena de recuerdos de amor de pérdida de momentos que ya no volverían Y ahora por alguna razón que todavía no entendía había un niño nuevo ahí respirando comiendo hablando dando un poco de vida a lo que parecía muerto El lunes amaneció
gris El cielo parecía que seguía llorando igual que la casa Afuera la ciudad se movía como siempre con autos tocando el inones y claxon el vendedor de tamales gritando en la esquina y la gente corriendo para llegar a tiempo a quien sabe dónde Pero dentro de esa casa todo iba más lento como si el tiempo caminara con los pies arrastrando Beto se despertó con el ruido de una licuadora No estaba acostumbrado a eso En la calle lo que lo despertaba era un perro ladrando o un carro arrancando con fuerza Abró los ojos y se quedó un rato mirando el techo blanco Le costaba creer
que estaba en una cama de verdad Se frotó los ojos estiró los brazos y se levantó con cuidado como si temiera que lo fueran a regañar por haber dormido tanto bajó Cuando a la cocina vio a Marcela sentada en la barra con una taza caliente entre las manos Tenía cara de cansancio pero sonreía leve como si al verlo se le olvidara un ratito el dolor Ricardo no estaba Según Marcela había salido temprano a resolver unos trámites Beto se sentó en el mismo banco que el día anterior y esperó sin decir nada No pedía no exigía solo esperaba Marcela le sirvió un vaso de
leche y le puso unas galletas en un plato “¿Dormiste bien?” preguntó ella “Sí, muchas gracias. Te ves más despierto hoy”. Beto bajó la vista y sonriendo poquito Comió una galleta Luego otra como si cada bocado fuera algo raro algo nuevo Marcela lo observaba con una mezcla de ternura y tristeza De verdad ¿no tienes familia no ¿Y cómo llegaste a vivir en la calle no sé Un día desperté ahí Antes vivía con un señor que me daba comida pero luego ya no quiso que me quedara dijo que yo hablaba mucho Marcela frunció el ceño ¿No te acuerdas de nada antes de eso no solo sé
que me llamo Beto Bueno así me decían ¿Y tu apellido no tengo Marcela se quedó callada Quería preguntar más cosas pero no quería hacerlo sentir incómodo Ya era bastante raro que un niño de 9 años no supiera de dónde venía ni quién era Algo en la historia de Beto no cuadraba pero tampoco sonaba como una mentira Era más bien como un hueco grande lleno de cosas que él mismo no entendía Después del desayuno Beto se puso la ropa limpia que le habían dado Le quedaba un poco floja pero se veía mejor Se veía como un niño de casa no como uno que dormía entre
cartones Camino por la casa curiosa con los ojos bien abiertos Le llamaban la atención los cuadros los muebles las fotos familiares Una de esas fotos lo dejó paralizado Era una foto de Emiliano en el jardín con una pelota en la mano y el sol detrás Tenía los dientes chuecos igual que él se quedó ahí un buen rato viendo la foto No sabía bien qué sentía No era envidia era algo más raro como tristeza mezclada con algo bonito como si le hubiera caído bien ese niño sin conocerlo En la tarde Ricardo volvió
entró serio con papeles en la mano saludó sin mucho ánimo y fue directo a su oficina Pero antes de cerrar la puerta le echó un vistazo a Beto que estaba sentado en el piso armando un rompecabezas a medio terminar Después de un rato Ricardo salió con una pregunta atravesada en la garganta No vas a la escuela Beto lo miró desde el suelo No nunca fuiste No sabes leer un poco sumar más o menos Ricardo cruzó los brazos ¿Y qué piensas hacer con tu vida beto encogió los hombros Vivir Ricardo no supo si reírse o enojarse pero al final no dijo nada más
Se metió a su oficina y cerró la puerta Marcela apareció poco después Se sentó junto a Beto en el piso y empezó a ayudar con el rompecabezas Él la miró sorprendido ¿Sí puede estar en el suelo claro que sí? atropellaron que a veces soñaba con una señora que lo abrazaba pero que nunca le veía la cara Marcela escuchaba con
atención sin interrumpir como si cada palabra fuera una parte del rompecabezas también Al anochecer Ricardo los vio desde la escalera No dijo nada solo se quedó mirando esa imagen que le revolvía el alma Por un segundo pensó que era Emiliano ahí abajo con su mamá pero no Era otro niño uno que no tenía historia uno que de alguna forma ya estaba entrando en la de ellos Antes de dormir Beto fue al baño Cuando salió se detuvo frente al cuarto de
Emiliano La puerta estaba entreabierta Empujó despacito y entró sin hacer ruido Todo seguía igual Los
juguetes los libros la cama tendida Caminó despacio tocando las cosas con la punta de los dedos Se sentó en la orilla de la cama y se quedó ahí viendo la lámpara encendida Era una nave espacial que daba vueltas muy despacio Ricardo lo encontró ahí minutos después Se había quedado dormido hecho bolita abrazando un peluche viejo Por un segundo pensó en despertarlo pero no lo hizo Solo lo cubró con una cobija y apagó la luz Al salir del cuarto cerrado la puerta con cuidado y se quedó un momento con la mano en la perilla Algo en su corazón se movía No sabía si para bien o para mal pero se
estaba moviendo La rutina en la casa empezó a cambiar aunque nadie lo dijera en voz alta Las mañanas ya no eran silenciosas